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Drones con Inteligencia Artificial revolucionan la industria agrícola en Chile

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Drones con Inteligencia Artificial revolucionan la industria agrícola en Chile

Gracias a la información que recopila, ayuda en la precisión de datos y a la toma de decisiones de forma predictiva. “Es un cambio radical”, asegura Pedro Morales, agricultor de Parral.

El cambio climático plantea desafíos cada vez mayores para la agricultura. La tecnología de drones ofrece una gran cantidad de herramientas avanzadas para ayudar a los agricultores a adaptarse y mejorar sus métodos de trabajo. “Los drones permiten una supervisión más rápida y detallada de los cultivos, lo que facilita la detección temprana de problemas como plagas, enfermedades o deficiencias nutricionales. Además, la capacidad de mapeo proporciona información valiosa sobre la salud de los cultivos y ayuda en la toma de decisiones para mejorar la eficiencia y rendimiento”, cuenta Patricio Toledo, agricultor de arroz de San Carlos, en la Región del Biobío.

Por su parte, Pedro Morales, agricultor de 60 años de Parral, dedicó su vida a acompañar a su madre y continuar el legado de su papá en los campos de arroz. Tras muchos años de estar aplicando con bomba espalda, caminando, a mano y con lesiones a lo largo de su vida, decidió dar el siguiente paso y adquirir nueva tecnología. “Es un cambio radical. A veces uno tiene que invertir para poder crecer y este dron va a ser el principio de lo que viene más adelante”, se sincera.

Al igual que Morales, para su colega, Patricio Toledo, el uso de los drones permite avanzar a la agricultura moderna: “Cuando hacemos aplicaciones, como el dron vuela y no pisa como el tractor, podemos llegar a tener hasta un 12% más de quintales por hectárea de trigo. También, las pérdidas por hectárea han disminuido significativamente. Cuando trabajaba en el arroz arriba de mi caballo, sólo por pisoteo aproximadamente perdía 5 a 6 quintales por hectárea y con el dron es cero pérdidas”. Afirma “Otro tema es el ahorro de tiempo, cuando aplicaba con bomba espalda podía pasar 2 jornadas en 1 o 2 hectáreas caminando, en cambio ahora con el dron en la misma área trabajada, demoro 5 minutos, tiempo libre que ya puedo pasar con mi familia. La supervisión y el mapeo de grandes extensiones de tierra que podrían llevar días con métodos tradicionales, ahora se pueden realizar en cuestión de horas”. Explica el agricultor.

¿Cómo funciona esta tecnología?

Los drones utilizan Inteligencia Artificial (nivel 1), es decir en la toma de decisiones al momento de la aplicación de productos en el campo y en la seguridad contra obstáculos. Por ejemplo, puede tomar la decisión de esquivar un obstáculo por el sector más libre, evitando así accidentes, generar rutas alternativas y optar por la mejor. “Esto lo hace sin afectar el proceso de pulverización que está llevando a cabo”, ejemplifica Jorge Álamos, Gerente General DJI Dronespray Chile. Esta capacidad reduce en gran medida el riesgo de accidentes, lo que hace que los vuelos con drones sean, a la larga, “más seguros y confiables”. Recalca el fundador de esta empresa que desde el 2011 ha trabajado para brindar herramientas eficientes para monitorear, mapear y tratar los cultivos agrícolas con mayor precisión.

Asimismo, algunos modelos cuentan con programas que realizan representaciones exactas de las imágenes tomadas por el dron, trazando rutas 2D o 3D sobre modelos ortomosaico y por la línea infrarroja (multiespectral), lo que permite representar el estado del cultivo en colores, mediante prospectos de pulverización o fertilización con la dosis requerida. “Esto es un punto muy importante ya que aporta directo al uso eficiente de recursos y menos químicos en el ambiente, lo que tiene un impacto económico muy importante. Por ejemplo, 200cc de un insecticida puede alcanzar para varias hectáreas, siendo que normalmente alcanza para una sola”, advierte Álamos.

Esta tecnología contribuye a la sostenibilidad a través de la disponibilidad de drones que permiten una gestión más eficiente de los recursos agrícolas, reduciendo el desperdicio y optimizando el uso de productos. “Esto tiene un impacto positivo en el medio ambiente y en la huella de carbono de las operaciones en el campo”, finaliza Jorge Álamos.

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