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Johannes Gutenberg: su gran aporte a la difusión de información

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Johannes Gutenberg: su gran aporte a la difusión de información

Paula Gómez

Un día como hoy, en el año 1400, nace en Alemania Johannes Gutenberg, quien unos años después pasaría a la historia como el inventor de la imprenta moderna, hito que se recuerda a la fecha, debido a la importancia que tuvo para la educación, la información y la tecnología.

Hijo de Else Wirich y Friele Gensfleisch, Gutenberg nació en Maguncia, Alemania, dentro de una familia acomodada. No existen demasiados registros de su vida, por lo menos hasta el año 1434, cuando se trasladó a Estrasburgo, donde se dedicó a la orfebrería y tallado de piedras preciosas, para luego comenzar a vender espejos que se utilizaban en sombreros y túnicas, según indica National Geographic.

A la par de la venta de espejos, Gutenberg comenzó a trabajar secretamente en un proyecto, un sistema para fabricar libros de forma mecánica. Para ese momento, en Europa, se había difundido la técnica de grabado sobre madera, que estaba orientado principalmente a la producción de imágenes, sin embargo las planchas de madera grabada requerían mucho tiempo para ser talladas y se deterioraban muy rápido. La solución que otorgó Gutenberg fueron las letras talladas en metal, que podían cambiarse para formar palabras y líneas en una página.

La idea que provocó el cambio 

A pesar de que Gutenberg no fue quien inventó la imprenta, pues no creó todas las piezas, si fue la persona que ideó el procedimiento de impresión en caracteres móviles (tipografía), que dio origen a la imprenta moderna. Introdujo, dentro de los componentes de la imprenta, innovaciones técnicas fundamentales, como la fabricación de caracteres mediante una matriz en la que se graba a punzón. En 1448, en su ciudad natal, ubicó su primera imprenta, bajo el nombre “Hof zum Gutenberg”. 
Lo que Gutenberg deseaba era demostrar que mediante la imprenta se podían generar libros tan bonitos como los manuscritos de la época, pero en cantidades más grandes. Su proyecto más ambicioso fue la Biblia de 42 líneas, nombrada así por el número de líneas impresas en cada página, ubicadas en dos columnas, compuesta por 1.286 páginas. En la actualidad, de los 200 ejemplares que se estima que se imprimieron, se sabe el paradero de 48 de estos y solo se conservan completos 21. Uno de estos ejemplares lo conserva el Museo Gutenberg en Maguncia.

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