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[OPINIÓN] ¿Qué pasa con la lectura en la educación superior?

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[OPINIÓN] ¿Qué pasa con la lectura en la educación superior?

Por Marlén Rojas, Coordinadora de Lenguaje, IP-CFT Santo Tomás San Joaquín.

Dada la reciente celebración del día del libro, salen a flote una serie de inquietudes respecto a la lectura en la educación superior. Por una parte, afirmamos, casi como una doctrina, la importancia que tiene esta para la formación personal y colectiva de un estudiante y, por otra parte, hablamos de ella como si se tratara de una destreza que se aprende de una vez y para siempre. Pero, ¿cómo estamos llevando estas prácticas en la educación superior?

Una de las formas de adentrarse a la cotidianeidad de la lectura en los jóvenes, es por la formación académica de su profesión, no obstante, esta suele ser obligada y, por ende, no hay mayor avance en la “destreza” de tener una buena comprensión de lectura. Es decir, la lectura está íntimamente ligada al conocimiento conceptual, prácticas necesarias solo para cursar las distintas materias y a su vez, para ejercer en cada una de sus comunidades profesionales. 

Surge entonces, la necesidad de cambiar el pensamiento de que el aprendizaje de la lectura no es solo un desafío de los estudiantes sino más bien, son las instituciones -y sus actores- los que deben mediar este proceso formativo, haciéndolo atractivo y significativo, entendiendo que las prácticas de lectura son complejas, diversas y especializadas en comparación con las aprendidas en el liceo, por lo que no están familiarizados con ellas. 

Lo anterior constituye una oportunidad para que las instituciones de educación superior resignifiquen el rol de la lectura en sus programas de estudio, sobre todo, por la incidencia en contextos de exclusión, tomando en cuenta que actualmente la educación superior técnico profesional congrega, de acuerdo a datos entregados por la Subsecretaría de Educación superior, al 57% de matriculados, mientras que el 43% restante se concentra en universidades; de ese universo, el 55% pertenece a los deciles 1 al 5 (Mineduc, 2021). 

De esta manera, urge el análisis, implementación y evaluación de una serie de acciones que permitan transitar hacia un modelo sociocultural que introduzca cambios estructurales en los modos de enseñar y elaborar conocimiento, que promuevan la participación en nuevas prácticas de lectura, para que lo que leen los jóvenes no se convierta en textos sin sentido que no resultan en aprendizajes, como ha sido mayoritariamente hasta ahora en nuestra educación superior. 

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