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Cambio de hora: recomendaciones para afrontarlo de manera saludable y no fallar en el intento

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Cambio de hora: recomendaciones para afrontarlo de manera saludable y no fallar en el intento

¡Cuidado con los atrasos el próximo lunes!, porque este domingo 3 de abril se efectuará un nuevo cambio en el huso horario en todo el territorio nacional, exceptuando la región de Magallanes y la Antártica chilena, quienes de forma permanente ocupan el horario de verano. Muy atento a la madrugada del domingo, que cuando los relojes marquen las 00:00 horas habrá que retrasarlos en 60 minutos. Pasaremos entonces del horario de verano al de invierno, lo cual en términos sencillos hará que amanezca antes y se oscurezca más temprano.

Porque sabemos que a la mayoría no le agrada estar cambiando la hora de sus relojes y por tanto, sus rutinas ya establecidas, en #EsHoy hemos conversado con tres especialistas, los que nos han entregado sus recomendaciones para que puedas llevar de mejor manera esta modificación horaria.

En el país, el cambio de horario de verano e invierno están regulados por el Decreto 1.286, el que tiene como finalidad el ahorro energético mediante el mejor aprovechamiento de la luz del día. Por el contrario, para los especialistas médicos esta medida tiene diversas consecuencias en la salud de las personas más que ser beneficioso.

“Esto se usa como una medida de ahorro energético, sin embargo, las consecuencias biológicas son bastante importantes y poco abordadas, ya que siempre se han privilegiado los factores socioeconómicos, pero no se ha tomado el punto de vista médico”, dice el Dr. Fernando Molt, Neurólogo y jefe de la Unidad del Sueño del Hospital San Pablo de Coquimbo.

Este domingo técnicamente pasaremos del Tiempo Universal Coordinado (UTC) -3 al UTC -4, mientras que a Chile por su ubicación le correspondería el huso horario -5, expone el especialista. Es decir, con el ‘horario de invierno’ recién vamos a estar más cercanos a lo que realmente fisiológicamente deberíamos. Dada esta situación, hay que considerar que estas transiciones atraen costos no menores para el reloj biológico de las personas.

“El estar haciendo cambios en estos ciclos va a acarrear que probablemente no durmamos bien y en los días posteriores estemos con mucho sueño durante el día, poca concentración, o muy cansados durante las tardes”, comenta Molt, agregando que “gran parte de la memoria a mediano y largo plazo se termina de fijar en el sueño. Por lo tanto, si tenemos fases de sueño poco reparadoras, la memoria no va a estar bien. Esto resulta primordial en niños y adultos mayores, que son mucho más sensibles a estos cambios”.

¿Qué ocurre con los niños y niñas?

Con este cambio, la noche llega antes y el día se hace aún más corto, lo que puede generar algunas alteraciones del sueño, de la alimentación y de los estados de ánimo, tanto en adultos, pero especialmente en niños y adolescentes, considerando además los cambios de rutina por retomar la presencialidad en los colegios y jardines infantiles.

La Dra. Macarena Franco, Neuróloga Infantil de la Unidad de Neurofísiología del Hospital San Pablo, indica que resulta clave ir acostumbrando a los niños, niñas y adolescentes a esta modificación horaria. Puesto que estos “se podrían despertar más en la madrugada, por lo tanto, van a estar más irritables y hasta pueden alterar su patrón de alimentación y su conducta en el colegio”.

Del mismo modo, Verónica Cubillos, Educadora de Párvulos y jefa de la carrera de Técnico en Educación Especial del Instituto Profesional Santo Tomás sede San Joaquín, expresa que «todo cambio conlleva ajustes y dificultades, pero siempre son una oportunidad para dialogar con los niños y niñas de lo que sucede en nuestro entorno y cómo podemos con una actitud positiva sortear las dificultades».

Ante esto, la neuróloga infantil plantea que “varios adultos tienen el problema de que sus hijos se acuestan tarde. Para educar esa conducta, no hay que dejar que los niños duerman siestas después de los 4 años. La idea es que se duerman lo más temprano posible, para que duerman la noche de corrido y no se despierten. No es lo mismo la calidad del sueño de la noche, que el de la siesta. El de la siesta es un sueño lento, que no tiene los beneficios fisiológicos que se adquieren del sueño REM que se adquiere en la madrugada, el cual secreta la hormona del sueño, consolida la memoria, empareja tu inmunidad y regula tus hormonas de la saciedad y el hambre”, apunta la Dra. Franco.

En efecto, Cubillos ejemplifica que para los más pequeños del hogar lo ideal es que se les explique sobre esta variación horaria, involucrándolos, por ejemplo, en cambiar las horas de los relojes de la casa o leyéndoles un cuento sobre «la llegada del otoño, la caída de las hojas de los árboles, la disminución de la temperatura y de la luz solar». De igual forma, reconfigurado las rutinas del sueño y alimentación, de esta última anticipando la ‘hora del hambre’ de los pequeños.

¿Qué hacer frente al cambio?

Ambos especialistas del Hospital San Pablo de Coquimbo concuerdan en que, al menos tres días antes del cambio de hora, hay que acostarse 15 o 20 minutos más temprano. Eso sí, también entregan algunas medidas extra que ayudarán a las personas a acoplarse mejor al nuevo reloj:

  • No usar aparatos electrónicos o elementos lumínicos que estimulen demasiado al cerebro en las noches.
  • Evitar las siestas luego del cambio de hora. Así el cuerpo se acostumbra más rápido al nuevo ciclo de sueño.
  • No consumir bebidas energizantes, café o alcohol cerca de la hora de ir a dormir.
  • Practicar ejercicios de relajación o meditación.
  • Comer mínimo dos o tres horas antes de acostarse y evitar que las comidas sean ricas en grasas, carbohidratos o azúcares.

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