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Cristo de Elqui: La historia del controvertido personaje que se presentaba como un supuesto iluminado

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Cristo de Elqui: La historia del controvertido personaje que se presentaba como un supuesto iluminado

De rostro delgado, ojos serenos, una barba nazarena y una melena chascona que apenas le cae sobre los hombros, así lucía el Cristo de Elqui, quien en la década del 30 del siglo pasado recorrió el norte de Chile predicando sobre teología y sabiduría popular.

Domingo Zárate Vega -su verdadero nombre-, nació en la localidad de Morrillos, en la comuna de Río Hurtado, en la Región de Coquimbo. Sin embargo, llegó a vivir a Vicuña a temprana edad, allí hacía de todo para ganarse la vida: fue carpintero, minero, zapatero y artesano.

Según relatan los libros de historia, Zárate no pasaba desapercibido en la localidad, ya que iba del gótico al hippie en un solo atuendo: usaba el cabello largo, aros, se había dejado crecer las uñas ‘como garfios’ y vestía túnicas y mantas oscuras.

“La señal divina”

Decía que su primera “revelación” la tuvo en 1927, cuando declaró haber visto “una figura divina del Mesías”. De ese momento se hizo tradición que, a orillas del río, entre rocas y por los cerros, se le viera realizando sus primeras prédicas, en las que mezclaba aforismos, teología y sabiduría popular.

En cada una de sus intervenciones, lo seguía centenar de feligreses y lo acompañaba un grupo estable de “apóstoles” integrado, entre otros, por su hermano y su padre, quienes ofician de Pedro y José.

Predicas que hicieron ruido

“Sus prédicas son de esquiva catalogación, porque él mismo es incatalogable”, comentó a The Clinic Andrés Estefane, autor de Crónica de la primera venida del Cristo de Elqui. Además, el doctor en Historia de la State University of New York sostiene que “El Cristo de Elqui encarna la figura de predicador y místico popular. Les hablaba a los pobres y marginados, pero lo escucharon también en la alta sociedad y empezó a hacer ruido”.

En reiteradas ocasiones, las autoridades regionales de la época y sectores conservadores mandaron a disuadir sus concentraciones por “el gran número de feligreses”, por lo que Zárate Vega fue detenido y enviado a la Casa de Orates, donde se le diagnosticó que sufría de delirio místico crónico.

“Él no era un revolucionario ni un reformista. Era un predicador que hablaba sobre múltiples asuntos, y eso molestó sobre todo a la Iglesia, que presionó a las autoridades para que se hiciera cargo”, afirma Juan Guillermo Prado, autor del libro Los iluminados del Valle de Elqui.

“Delirio incurable”

Durante su paso por la antigua Casa de Orates de Santiago, Zárate “se resistió con patadas e insultos a que le cortaran el cabello y la barba. Había dejado también el ayuno y renunciado a sus vigilias”, detalla la prensa de la época. Llevaba casi cuatro meses recluido y los médicos no veían avances en su recuperación.

Un informe emitido por el doctor Jerónimo Letelier, subdirector de la institución, señaló que el diagnosticado “delirio místico con ideas de grandeza era “incurable”. Al quinto mes de encierro, y como varios otros internos, fue liberado y devuelto a las calles.

Retrato Domingo Zárate Vega y una niña. Años 40. Crédito: René Zárate Grandón.
Domingo Zárate Vega y una niña. Años 40. Crédito: René Zárate Grandón.

Resurrección en la literatura

En agosto de 1931, Zárate se radicó en Santiago y comenzó a ofrecer charlas y conferencias en plazas, teatros, cárceles y sindicatos. También visitaba a enfermos en los hospitales y les daba consejos de medicina natural.

Domingo escribió una especie de Autoevangelio y los repartía entre sus seguidores, Posteriormente, apareció La promesa y la vida de El Cristo de Elqui (1948),un libro más personal donde revela hechos cruciales en su vida.

En 1948 se quitó el sayal, puso fin a su vida como religioso y se borró del mapa.

El adiós definitivo

Domingo Zárate Vega vivió en Santiago hasta sus últimos años. Sus familiares cuentan que estaba desahuciado y un hermano se lo llevó a Valparaíso. Murió el 12 de diciembre de 1971 de una insuficiencia hepática. El funeral fue hermético y su deceso fue en el anonimato.

La tumba del Cristo de Elqui se encuentra entre los cerros del cementerio N°3 de Valparaíso, comúnmente llamado Cementerio de Playa Ancha.

Domingo Zárate Vega, años 40. Crédito: René Zárate Grandón.

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